top of page

¿Por qué mentimos? La psicología detrás del engaño.


Mentimos para justificar nuestros errores… y por muchas razones más.

La mentira forma parte de la naturaleza humana, está presente en nuestra vida cotidiana y, en cierto modo, también en nuestra evolución.

ree

Desde tiempos ancestrales, el engaño ha sido una estrategia de supervivencia. No sólo los humanos mentimos: en el reino animal también encontramos comportamientos de engaño, ya sea para conseguir alimento o protegerse de un depredador. En nosotros, mentir parece venir “de fábrica”, grabado en nuestros genes.


Pero ¿por qué mentimos realmente?


A menudo lo hacemos para justificar errores, evitar conflictos, protegernos o proteger a otros. Desde pequeños, aprendemos a usar la imaginación para dar forma a excusas o inventar historias. Con el tiempo, esas “pequeñas mentiras” evolucionan y se adaptan a nuestras circunstancias adultas: usamos ropa negra para parecer más delgados, nos teñimos el cabello, usamos filtros en las fotos… todo forma parte de ese intento, consciente o no, de mostrar una versión más aceptable de nosotros mismos.


En el mundo animal también se observan estrategias similares. Los primates, por ejemplo, utilizan lo que los expertos llaman engaño táctico para conseguir alimento o algún objeto deseado. Mentir, entonces, no es solo una cuestión moral, sino también una herramienta evolutiva.


Ahora bien, surge una pregunta interesante:

¿Es bueno mentir?


ree

La respuesta no es tan simple. Aunque socialmente tendemos a asociar la mentira con lo negativo, en algunas ocasiones puede cumplir un papel positivo o protector. Pensemos en el film “La vida es bella”, donde un padre miente a su hijo sobre la cruel realidad de un campo de concentración nazi para que no sufra. En ese contexto, la mentira se convierte en un acto de amor, una forma de proteger emocionalmente a quien queremos.



¿Quién no ha mentido alguna vez para no preocupar a alguien, para evitar un conflicto o simplemente para hacer la vida un poco más llevadera?


Desde la psicología, sabemos que las tres emociones más comunes al mentir son culpabilidad, miedo y placer. Cada una aparece según la persona y la situación. La culpa surge cuando somos conscientes del daño que puede causar la mentira; el miedo, cuando tememos ser descubiertos; y el placer, cuando sentimos que el engaño nos ha beneficiado de alguna forma.


En definitiva, el ser humano está preparado tanto para mentir como para tolerar las mentiras de los demás. Pero, aun así, conviene recordar una regla sencilla que nunca pierde valor:


“No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti.”


Con amor,

Bea Ro.💛

Psicología


 
 
 

Comentarios


bottom of page